Se habla casi sin cesar de la cantidad de ventajas que extraer información inteligente de los billones de datos que tendremos a nuestro alcance va a ser petróleo, arma y estrategia imprescindible del mundo del futuro.
Tanto, que de un tiempo a esta parte, se ha empezado a investigar su potencial en la lucha por los derechos sociales más básicos: Mitigar la pobreza energética, aumentar la calidad de la atención al ciudadano o llevar la educación a su máximo exponente. Y eso son sólo algunos ejemplos.
En la línea de lo anterior, lo último en lo que se ha fijado la empresa especializada en Big Data e Inteligencia Artificial, Bismart, ha sido en los problemas derivados de la contaminación y la pésima calidad del aire. Y en que la analítica de datos puede hacer mucho al respecto. Este verano, la empresa ha anunciado que se asociaba con Libelium, que aportará a este partnership sensores capaces de medir las partículas contaminantes y el nivel de gases perjudiciales. Cruzar esa información con predicciones de climatología, datos en torno a tráfico, actividad económica o evolución demográfica y los algoritmos de Bismart, podría dar como resultado un modelo predictivo que plantara cara a la contaminación.
"Si el Gobierno tiene una predicción con la que visualizar el nivel de contaminación de los siguientes días se pueden proponer muchas cosas: reducir tránsito, desviar la circulación de camiones en determinados puntos y horas, motivar el transporte público, dimensionar los servicios de asistencia y atención primaria... incluso se puede plantear como una herramienta clave de cara al ciudadano, para avisarle que evite sitios específicos", propone el CEO de la compañía, Albert Isern.
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