Ross es el último y más flamante fichaje del despacho estadounidense Baker & Hostetler. Su trabajo consiste en analizar montañas de jurisprudencia y resolver en tiempo récord las cuestiones que le plantean sus compañeros. Pero Ross no es un abogado cualquiera.

Es un sistema de inteligencia artificial creado por IBM a partir de su plataforma de inteligencia cognitiva Watson. La startup que lo gestiona, Ross Intelligence, tiene como clientes a diez despachos de abogados y es un ejemplo de "legaltech", un concepto que está revolucionando el mundo de la abogacía.
El término hace referencia al uso de la tecnología en el ámbito legal. Dos mundos a priori muy distintos, pero condenados a entenderse desde el momento en que buena parte de las tareas que se realizan en el ámbito jurídico (hasta un 23%, según un estudio de McKinsey) son automatizables, es decir, pueden ser realizadas por un programa informático.
El sector de las "legaltech" se encuentra en plena ebullición en EEUU y países europeos.
El perfil de este tipo de emprendedores es el de personas jóvenes, con conocimientos en el ámbito de la programación, pero no necesariamente vinculados al mundo del derecho. Y es que para lanzar una "legaltech" no es imprescindible tener formación jurídica. Estas startup se suelen configurar como sociedades limitadas, no como sociedades profesionales. Por tanto, no tienen la obligación de incorporar abogados en sus filas salvo que haya que prestar un servicio que sólo pueda llevar a cabo un colegiado, como la representación en un pleito.
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