Hace unos días se celebró el Día Mundial de la Contraseña, pero no se moleste en comprar una tarta o en mandar tarjetas. El fabricante de circuitos informáticos Intel ha creado la conmemoración como recordatorio anual de que, en general, nuestros hábitos en lo que a contraseñas se refiere no tienen nada que celebrar. Por el contrario, esperan –y otros informáticos profesionales como yo, también– que usemos este día para decir un adiós definitivo a “qwerty” o a “123456”, que siguen siendo las contraseñas más populares.
El propósito de una contraseña es el de limitar el acceso a la información. Tener una muy simple, como “abcdef” o “dejamentrar”, o incluso palabras normales como “contraseña” o “dragón”, apenas aporta seguridad, como cerrar una puerta sin echar el cerrojo.
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