Esta es una escena imaginaria pero que puede resultarle muy familiar. La alarma del celular suena y lo despierta a las 7 am. A las 8, junto con su desayuno, llega un mensaje de texto que le recuerda tomar su medicamento y, más tarde, recibe otro que le avisa que tiene que ahorrar cierta cantidad de dinero. Pide un taxi con una app, y en el trayecto revisa sus correos. En su hora de almuerzo, pide comida con otra app y así sucesivamente durante el resto del día. Imagine ahora una jornada sin tecnología.
Ya sea para un análisis en tiempo real de los altibajos de la bolsa o las mediciones de diversos sensores colocados a lo largo de una hectárea de cultivos, la tecnología ha llegado para colaborar con nuestras vidas y se ha convertido en la nueva aliada de la lucha contra la pobreza y a favor del desarrollo.
Internet, los teléfonos celulares y, en general, las tecnologías digitales se están expandiendo rápidamente en el mundo en desarrollo. De acuerdo con datos del Banco Mundial, más del 40% de la población mundial tiene acceso a Internet y, a la vez, en casi siete de cada 10 hogares ubicados en el 20% de los países más pobres hay un teléfono celular. Es más probable que los hogares más pobres tengan acceso a la telefonía celular que a un inodoro o a agua potable.
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