El Galaxy Note 8 no solo es el phablet más poderoso que haya llevado el nombre de Samsung, es también el teléfono con el que la firma surcoreana espera cerrar el doloroso capítulo que escribió con el retiro, el año pasado, del Note 7 por fallas en muchas de sus baterías.
El aparato tendrá como referencia el Galaxy S8, del que heredará el diseño de su pantalla ‘infinita’ Super-Amoled. Con una relación 18,5:9 que cubre casi todo el teléfono, no tiene botones ni biseles y logra una resolución de 2.940 x 1.440 píxeles.
Samsung dice que su memoria RAM será de 6 GB, que se beneficia de la versión 7.0 Nougat de Android (no usará la versión 8.0 Oreo, que fue anunciada la semana pasada), lo que promete convertirlo en el más rápido del mercado. Su procesador es un octacore de 3,6 Hz.
El Note 8 llega tarde al juego de las dobles cámaras que ya habían empezado a explorar otros teléfonos, pero desarrolla características como guardar varias versiones de una misma foto, lograr más profundidad para un retrato, mejorar las condiciones de luz e incluso captar la totalidad del paisaje de una fotografía.
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